Ese cura es bueno, mejor que el de antes. Ése es más humano, más del pueblo que el del último funeral. Y dicen que se marcha. Los buenos siempre se van los primeros. Lo mejor es el sermón, lo entiendo y me hace pensar. Es lo que me decía ayer escuchando al cura desde el púlpito en misa de doce. Y estaba feliz. A pesar de que había entrado en la iglesia con un pensamiento negativo. Y de aquella mujer que conocía de no saludarme en la calle que me dio la mano con cara alegre. Cuánta contradicción hay en la iglesia.
Digo que ayer fui a misa y no es verdad. Lo que no sé es por qué carajo tengo que mentir también en eso. Ahora, según me cuenta, ya no te denuncian a la Guardia Civil si te ven trabajar los domingos. No avanzo. Estoy atrapado en el tiempo. Qué pena me doy. Y lo peor, de la nada saco una conversación de lo más estúpida. De la nada y con nadie.
¿Qué tendrá el solo pensar en la iglesia que me incita a mentir? ¿A quién quiero engañar, Señor Dios mío? Creo que hace muchos años que no voy a misa, tal vez demasiados. Igual tenía que ir un día. Igual tenía que darme una oportunidad y conocer a alguien. Ir a misa y ampliar mi círculo de amistades. He darme la oportunidad de conocer a alguien. Darme la oportunidad y dársela a los demás. Que no hace mucho iba a almorzar con amigos y luego jugaba al truc. Ay, qué no jugaba bien yo al truc, jugaba bien y ganaba: era un verdadero as.
Qué curioso: Me invento que voy a misa y me doy cuenta que no tengo amigos. Si no es con mi mascota no comparto ni un café amargo. La de oportunidades que me estaré perdiendo para ser mejor. Cuánto hace que no me conmueve un abrazo o un beso casto. Cuánto hace que no me aburre una amiga con sus cosas... O un amigo con sus promesas. ¡Dios mío, estoy solo!. ¿Y qué creías? (Hablar con Dios es religioso pero que Él te hable es psicótico).
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