domingo, 6 de marzo de 2016

Lágrima callada.

Cierro los ojos y recuerdo donde todo comenzó: Tus ojos clavados en la tierra al verme y tus párpados yendo en su ayuda. Somos polvo que lleva el viento como un solo aliento. Fortaleza del ánimo volver a la verdad. Alivio en el alma al contemplar de nuevo tu fotografía.

Dama de eterna poesía ¿qué ha sido de ti? Peregrina del amor ¿dónde te llevaron tus pasos sin detener el tiempo? Quisiste ver días diferentes, alejados del amor, independientes, con luz propia, y te fuiste sin más... Me hiciste daño.

Era cuestión de tiempo que volvieras con las manos emparedando tu cara. Y tu sonrisa. Y tu mirada de soslayo. Gracias por no olvidar y volver. Confirmada la duda: me sigues leyendo en silencio. Es mucho para mí saber que me sigues leyendo.

Los ojos son para ver, los oídos para escuchar, el corazón para amar. El humano ser ansía por instinto el bendito amor, y tú, además, como yo, la santa poesía. ¿Qué sería de mí sin ti? ¿Qué sería de los dos sin la esperanza que invita cada mañana percibir el olor de azahar; aromas de una tierra que nunca fue nuestra. Nunca dejé de pensar en ti. Los años pasan y no serán impedimento: no quiero morir sin tener algo contigo.

Sigues en mi mente tal cual en la fotografía. En nada has cambiado: tu risa y tu mirada de soslayo. De tu mirada nació de soslayo... Vida y salvación. La suma de todas mis emociones. Fecunda la creación literaria que empieza con tu nombre. Seguiré escribiendo el recelo de aquel día con mayor entusiasmo si cabe. Tu fotografía. Inolvidable tu semblante. Volveré otro día en de soslayo a recordar como ráfaga perdida en el tiempo cualquier momento inolvidable. No te vayas nunca.

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