Vuelvo al tema de la fe y la esperanza porque no me quedó claro el asunto al mezclar una experiencia personal. De cuando en vez miserias ajenas me alteran el psique y le doy a la rueda que rueda. Y digo ajenas y no propias, a pesar de saber discernir el claroscuro. Reconozco la fe y la esperanza así como la maldad, la soberbia o el desprecio. A peores tiempos mayores los milagros. Jesús el Cristo dijo: "Yo soy el camino" y dejó al antojo de cada cual andar su camino. Él, para la fe es Él, sin embargo, para la esperanza yo no diría que sea Él. O no debiera. Incrédulo de una fe religiosa, para llegar a fin de mes y la nevera vacía los políticos, y, en su ausencia, la solidaridad de los pueblos.
Por mi parte, de viejo, en los años altos confieso que solo puedo amar. En el transitar de la vida estoy en condiciones de afirmar que nada como amar al amor colindante. Y en lo personal a la Carmen bella de cada cual. Vale la fe y vale la esperanza, porque sin fe no hay esperanza. Y ya puestos, no les pediré que me quieran, pero sí que se quieran un poco más. Quererse sin llegar a lo enfermizo es querer a los demás. Y ya lo dejo que me estoy liando, además, las noticias que van llegando no son como para tirar cohetes, aunque estoy seguro que en Fallas, alguien los tirará. ¡Viva el caloret faller!. Con el perdón
¡Joder, hablas muy raro!
ResponderEliminarTe veo muy reflexivo...
ResponderEliminarSaludos