Mientras escribo puedo ver esos desalentadores libros apilados por el suelo. Fueron libros escritos por un autor atarantado y ahora solo acumulan tiempo y polvo. (Sin ti no hay poesía). Perdí el respeto a los libros que te di y me devolviste después de leerlos sin un siquiera breve comentario. Los libros que leo los regalo, pero esos libros no son míos; esos libros son tuyos y están apilados por el suelo esperando tal vez que vuelvas a recogerlos. "Si te gustan te los dedicaré". Eran otros tiempos.
Dejé de escribir largo. Dejé de escribir al dictado de mi ordenador que me ordena. Ahora escribo el día que me gusta vivir y para conocerme mejor; también algún descuido que le pasa de soslayo a la María con los humildes en el corazón. De cuando en vez te nombro entrelíneas. Escribo para pasar el tiempo. El tiempo me pasa escribiendo. ¿Qué haría si dejara de escribir? El desasosiego y la desesperación y el dolor de alma se apoderarían de mí. Mi mente absurda desde el día que te fuiste. En una escala del uno al diez nueve llevan tu nombre de mujer. No dejo de pensar en ti... para que sepas cómo está el amor a escasas fechas de entrar la primavera. Saber de ti, volver a ver tu fotografía. "Me gusta". Esa fotografía siempre me pareció símbolo de esperanza. Me reconforta mirar tu fotografía con cara de niña. Quizás un día... Un viernes de fiar aparecerás como si el tiempo no hubiera pasado y tomaremos café y unas pastas de té y hablaremos del espantoso ruido de los tambores que nos atarantan por Semana Santa. También hablaremos de los hijos, el trabajo, y la santa poesía madre que nos parió. El café corre de mi cuenta, las pastas de té será cosa tuya, como antes, recuerda. Invulnerable contra el tiempo te imagino más hermosa que siempre. Gracias por dejarte ver, deseo de corazón que te vaya bonito... pero si has vivido experiencias suficientes, por favor, no te vuelvas a ir.
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