jueves, 10 de marzo de 2016

Hijo de la luna.

Aviso: Este comentario está grabado y programado, asuntos de la máxima urgencia me reclaman. Con esto quiero decir que lo escribí ayer y, como los periódicos de papel, igual no es todo cierto porque las cosas hoy no son las de ayer. Quizá ya ocurrió y tenemos presidente de gobierno. Raro sería, pero no imposible. 

Amable lectora: confieso que me gusta la política, no tanto como escribir que me apasiona, pero estos señores dueños de los partidos políticos, si de conquistar simpatía hablamos, como que no. Digo unos y digo otras, lo que es yo, no nació un político ni un constructor capaz de comprarme el voto. En otros tiempos y otra vida hubo un líder que apoyé con mi voto, ¿y sabe qué? está a punto de entrar en prisión por corrupto, con eso digo bastante. La vida da sorpresas, de eso no hay duda: la mano en el fuego por un político ni en sueños, y sin embargo les tengo apego. ¿Sabría decirme por qué les sigo teniendo apego? Lo mío en política, como en el amor, no tiene explicación, y para más datos siempre pierdo. Ni acierto con el voto ganador ni con una amiga que con el tiempo me pueda llegar a querer. Los políticos de oficio, corruptos por naturaleza, si de esperar, otro vendrá que bueno me hará. Y si de una amiga ni recuerdo. Mi vida es una rutina que va de mal a mucho peor. No sé si morirme de pena, que me mate un asesino en serie o un camión. ¡Mátame camión!. 

Amable lectora: el autor de la vida, sea quién sea, conmigo hizo un experimento y le salió fallido. Tal cual salieron los representantes políticos en este país que ni hacen ni dejan hacer. Yo, por si un aquel, me declaro culpable. Ojalá María, la Magdalena, sea la encargada de instruir los cargos, sabe que soy buena gente. Es todo por hoy que fue ayer. Se les quiere.

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