lunes, 28 de marzo de 2016

La tragedia de ayer.

¿Y entonces cuando mueren los abuelos, los padres y algunos otros quiere decir que precisamente ha llegado tu hora; estás en puertas o en la esquela sin fecha pero ya impresa? Ayer, muchas felicidades, Kristel, mucho de todo bueno y estupendo, y a la hora de ir no fui. ¡Hay que joderse!. Estuve a punto de invitar por delegación a mis honras fúnebres a mi esposa e hijas. De haber ocurrido, que faltó un verso, Eugenio llegaría por su cuenta y riesgo. No sé si él o yo (con el perdón), pero el pueblo de Patricia para mi amigo Eugenio no tiene previsto recambio: mucha sabiduría, mucha humanidad, mucha solidaridad para un pueblo que no encuentra camino. Las demás, incluso el alcalde no sé. Velar a un muerto hasta que llegue el coche fúnebre cuatro suficiente (me cuento porque sería de mal gusto no estar de cuerpo presente). No ha llegado mi hora, es todo, eso sí, en la lista familiar soy el próximo: que no me adelante nadie. Un aquel lo tiene cualquiera, lo peor es tomarse la muerte en serio. Como argumento de pérdida gloriosa que la muerte me encuentre riendo, perdón, escribiendo quise decir.

¡Santa la Poesía!, acabo de darme cuenta que ayer fue Domingo de Resurrección. Yo me confieso: con tal de aparentar plagiaría obras ajenas, escaso de imaginación y talento, incluso a Jesús el Cristo y sus milagros. El caso es hacerme notar. Oiga usted, si llega un día que todo le da igual, que muerto el perro se acabó la rabia y otras estupideces, corra al espejo o coja su DNI que igual no le toca. Mientras tanto y llega el día, ame hasta las trancas a quien bien le quiere. Si viejo por fuera no se de vueltas ni cremas milagrosas, contemple la belleza en su interior y de gracias a la vida hasta que llegue el maligno con la cara de los entierros. Y no me venga que en los años altos lo malo del alzhéimer es el olvido, peor es soñar y no tener la capacidad de recordar sus sueños más hermosos.

Hoy amaneció un día estupendo para ir a Valencia (o mañana dice mi esposa), e iré recién resucitado, la muerte no me va a robar un día tan importante en la vida de Kristel. Y con un beso suyo cauterizada la tragedia de ayer. (No es por ofender, yo no soy de esas, pero no sean estúpidos y expriman el día de hoy como si fuera el último de su vida). Se les quiere.

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