sábado, 12 de marzo de 2016

Virtudes humanas.

Esta mañana amaneció de aquella manera y uno está triste de morir. Es sábado de fieles difuntos, no hay más. Muerta dona y escaso de amor podía aspirar a vivir en una patria donde los políticos fueran políticos. Los empresarios empresarios. Los funcionarios funcionarios. Los jueces jueces. Los policías policías. Las vecinas vecinas. En ese plan. Honrados, legales, fiables pero ya no, esta patria nunca será lo que fue. Y no soy de los que creen que cualquier tiempo pasado fue mejor, no reviviría el pasado ni por todo el oro del Banco Mundial (si algo queda) sin embargo, qué menos si todos y todas tuviéramos la capacidad de ejercer nuestras profesiones y quehaceres con una sonrisa en los labios. ¿Qué cuesta ser mejores con nuestra colindancia? Y las amigas amigas del alma. Y la salud que no falte. Por cierto, el asunto de máxima urgencia que el jueves me obligó a escribir adelantado en el tiempo con el riesgo que conlleva, fue una cita que tenía concertada desde hace meses con una médica que sigue de cerca mi sordera. Maleducada, su nombre que desconozco le vendría de perlas el de su especialidad médica imposible de pronunciar. Obligado recordar la pregunta de arriba: ¿Qué cuesta ser mejores con nuestra colindancia?

Corren tiempos inciviles y lo humano ya no se lleva. Todo engaño, explotación, ineficiencia, injusticia, decepción o mala educación. Con la nevera vacía vamos al carrefur y no nos despachan con la tarjeta en rojo... uno no es feliz ni en Les Seniaes, que ya es decir. Al menos que no nos quiten la esperanza.

Eugenio en el parque un día me dijo que si todos y todas lavaran bien las manos y la boca y dejaran la suciedad y la indignación en casa antes de salir a la calle la posibilidad de responder humanamente a nuestros semejantes aumentaría, especialmente en lo que se espera de nosotros. Tal que así. Con las crisis la convivencia ha renunciado a alcanzar el amor y la santa poesía y, según mis informadoras, la cosa va camino de la desesperanza. Es posible que no podamos vivir ideales que nos permitan dar lo mejor de nosotros. Sin fe no hay esperanza. Seguiremos pues esperando una llamada, y la María sabe que no hablo de religión ni de política, sino de salud mental. Hay personas que pagarían por un puesto de trabajo para sentirse útiles. Es poco y a la vez pudiera ser demasiado. Va en serio. Con el perdón.

4 comentarios:

  1. Pues no la perdamos. Muchas gracias.

    Salud.

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  2. Uno debe salir a la calle con una sonrisa.
    Aunque la procesión vaya por dentro.
    Saludos, buen domingo

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  3. Cierto. Eres muy amable. Muchas gracias.

    Salud.

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