domingo, 19 de febrero de 2012

Un adiós inteligente

Ninguna feliz escena, ningún comentario alegre, ni una risa, ni un mal chiste, solamente fue un adiós inteligente a unos amigos de café y cerveza en la barra de un bar.

Los amigos deben hablar y dejar hablar, y si es posible, comentar interesante; convencer importa menos, que cada cual es muy suyo con sus pensamientos. No, empiezo de nuevo, sí: Los amigos deben saber lo que dicen y, sino, callar y no aburrir. Al fin, a los hombres en un bar solamente no interesan los partidos de fútbol. Como a las mujeres en la peluquería las revistas del corazón. Como a todos y todas nos debiera interesar la conversación placentera, conmover las puestas de sol, y enamorar los poetas. No hablo de las malas compañías, sino de los amigos que nos debieran generar esperanza, confianza, ilusión, alegría...

¡Que María Magdalena me ampare y me de su bendición!. ¿O era la Macarena?

A mi esposa enfadada porque no salgo de casa no volveré a hacerle caso: allá ella. Si no quiere salir conmigo yo no salgo. Si quiere salir ella yo felizmente me quedo en casa, pero salir yo solo nunca más. Con mi mascota querida sí, que a ella, como a mí, los amigos de bares y las amigas de peluquerías, nos levantan dolor de cabeza.

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