miércoles, 8 de febrero de 2012

La vida y la muerte

Cuando viajo en tren llevo un libro y en el justo momento que me siento lo abro. Más que nada, que apenas distingo las letras y las gafas no las pongo porque no me favorecen, es para no tener que levantarme si por un aquel aparece un mujer embarazada o una persona mayor, o alguien con muletas, y mi humanidad me obligara a levantarme y cederle el asiento. Que si estoy atento a la lectura y no al pasaje no me entero. Y corazón que no siente... Pero yo no soy el único que va leyendo en el tren, leyendo o mirando los santos. Yo me mareo si estoy en movimiento, es otra razón por la que finjo que leo. Recuerdo un día que una dama de buen ver se sentó a mi lado y me preguntó: ¿ése libro es suyo? ¡Coime, claro que es mío!. Que si lo ha escrito usted quiero decir. En ese momento pasaron por mi mente un sin fin de emociones y afectos que si me lo pide me caso con ella. Y eso que su intención solo era darle al palique hasta llegar a su estación de destino. Pero sin saberlo me hizo creer que era escritor. Un escritor famoso, ay. De vuelta a mí, le expliqué que era un libro que acababa de comprar; un libro estupendo que una amiga me había recomendado. (La verdad no se la conté porque no es propio de caballeros, a no ser que hablemos de escritores talentosos que tienen plácet de mala conducta). "Y de qué trata", me pregunta. Es un libro de actualidad: "La vida y la muerte", le respondo. El rostro de aquella dama se llenó de tristeza. Resulta que acababa de perder a una amiga y le toqué la fibra. Pobre, la dejé sin palabras y se puso a llorar como una magdalena. Yo solo pude abrazarla y prestarle el hombro para que desahogara su dolor. Y así hasta que llegó a la estación. Me agradeció mi gran humanidad y con un adiós se bajó. Lo cierto es que me dejó la camisa para la secadora, pero me hizo doblemente feliz: uno por lo de escritor, y otro porque la vida y la muerte, uno de mis temas preferidos para escribir, nunca le había sacado tanto jugo. Y más, en el tiempo que duró el trayecto, me confirmó algo que ya sabía: la palabra muerte significa algo distinto para cada persona, pero siempre abre la puerta a otros espacios más profundos, y que uno puede conectarse a ellos en cuestión de segundos cuando hacemos las preguntas correctas y nos abrimos a escuchar las respuestas. La vida da menos juego.

2 comentarios:

  1. Si amigo es un articulo muy acertado, pero te digo esa me da a mi que es hermana de tu vecina (la chismosa)

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  2. Ella era una dama, no una chismosa. De eso sí que sé. Y entiendo.

    Salud.

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