martes, 21 de febrero de 2012

De todas las mujeres una dama

Érase que se era un país dominado por seres virtuosos en el manejo infalible de las reglas del juego: divide y vencerás; manipula y dominarás; miente desde que amanece ya apetece; organiza el día siguiente como si fuera ayer. Acumula, amontona, apila todo lo que puedas, y busca indulgencias repartiendo favores y limosnas a las puertas de las iglesias. Érase que se era un país dominado por seres virtuosos en la hipocresía: estoy contigo, actúo con fidelidad, me rijo con altura de miras, soy sincero, estimulo al que toma iniciativas, respeto la ley y las instituciones. Para estos seres virtuosos que han hecho de la mentira su filosofía de vida, todo les saldría estupendo de no ser porque en el mismo país habitan seres humanos capaces de sobrepasar la manipulación desmedida y sentirse felices simplemente con ver amanecer, pasear libremente por las calles luciendo sin reservas sus pareceres y mejores sentimientos. Respirar hondo la brisa de un mar, pensar sin ataduras y escribir el privilegio de hacer posible un sueño que trascienda hacia otros sin importar que fracase al primer intento. Y esperar paciente la llegada de tiempos mejores. ¿Comprendes? No hay nada de mí (en cuestión) que esté para el desguace. Tú eres una mujer, y de todas las mujeres una dama. Pero es tarde. Mi sitio ahora es mi mundo y moriría por él. (Quizá ya ocurrió).

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