viernes, 17 de febrero de 2012

Mi padre

Me cuenta mi madre que hoy se levantó rodeado por un halo luminoso sobre la cabeza, hablo de mi padre. Para él, amanecer al nuevo día antes que nadie es imperativo para hacer balance de todos sus sueños.

Cada noche vive en un sueño diferente en el que se adentra sin complejos. Tal vez sea un mundo de ilusiones donde se siente realizado. No es que le tenga miedo al día, es que la noche le da más satisfacciones. Al alba, tal vez apeado de un sueño, se le puede ver paseando con su mascota por el campo entre en la disyuntiva de su existencia. Pero hoy ocurrió algo verdaderamente singular, al despertar, y aún sin concederle el indulto al sueño, se levantó hecho un hombre bendito con un halo luminoso sobre la cabeza. En este momento, y pasado ya el mediodía, se encuentra en un trance paranormal: le creería si me dijera que acaba de bajar del cielo. Lo dejamos estar, porqué despertarle de sus sueños si es feliz. En casa sabemos que vive en un mundo irreal, imaginario, creado por él a la medida de sus intereses y fundamentado sobre los pilares de su psicosis. Hemos intentado explicarle la diferencia puramente óptica que es el halo: una ilusión producida como el arco iris por la humedad del aire, mientras que su aureola es conferida como signo de extraordinaria santidad, tal cual la mitra de un obispo o la tiara del papa, pero no atiende a razones.

Lo hemos comentado muchas veces y creemos que es mejor dejarle vivir en su mundo. Hoy, con el halo luminoso sobre la cabeza ¿? mañana él dirá. Mi padre, bendito reconoce su halo y su santidad pero no su psicosis.

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