viernes, 30 de mayo de 2014

Ya amanecerá otro día...

Una actitud incoherente, como un traspiés intencionado, pueden llegar a ser (o son) circunstancias tan agobiantes como peligrosas. Un pisada deja huella en el camino. Un paso llega a ser pasado como una palabra impropia una errata fatal. Y así acabó como empezó, justo cuando más necesitaba un empuje para eliminar al enemigo del escenario de su vida ella misma se abalanzó al precipicio. Su vida está fuera del control de Dios y la María. Y lo peor, nada sabe ni recuerda.

Quien tenía calculadas las distancias, los tiempos y las inclemencias atmosféricas; la que sabía que los factores oponentes y las notas discordantes nunca fueron absolutas (ni sus debilidades); la que todo controlaba con su gracia desbordó la desgracia. Tarde comprendió que todos los acontecimientos por negativos que puedan ser no son determinantes... Solo el amor es determinante.

He comprobado que las malas experiencias provienen de malas acciones y peores aprendizajes: en la vida las cosas que van mal son las mismas que van bien pero al revés. Ya amanecerá otro día...

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