Me llama Cristel -se aburre-,
me dice que la tarde se hace larga,
que secreta la noche, herida audrey...
Y le cae una lágrima de pena al verla.
Espera que la noche le permita soñar
que se durmió en la orilla de otro sueño.
He de comprenderla ¿cómo?
No quiero que sufra.
Cristel ilumina con el sentir profundo de la sublime emanación, cuya incógnita, se revela en el recuerdo cuando era niña y dejaba un rastro a través de la vida de un padre que no sabe hasta qué punto puede vivir sin ella.
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