"La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio". Federico Nietzsche.
Por eso, cuando fallece alguien que hizo huella en tu corazón, te permite valorar de manera armoniosa las horas que pasabais juntos. Horas de amena conversación de las que uno lamenta privarse. (La muerte no entiende de necesidades del alma). Un domingo para creer siente el despegue de la vida de quien, amante de la palabra, no llegó a comprender que la ley de la existencia resume en un verbo la vida.
A veces uno hecha en falta una llamada (aunque sea a la hora de la siesta): -¿Qué? -Si tú me dices ven... -Lo dejo todo, ya. -Te regalo una rosa. -Ah, entonces sí quiero.
¡Chin! ¡Tomala barbón, eso dolió!
ResponderEliminarDicen que uno se eleva hacia el silencio cuando se desposa con la muerte...
ResponderEliminarLa muerte, que curioso. Hace rato hablaba de la muerte con alguien muy querido. Pensé escribir un post acerca de eso pero no me decidí. En la tarde pensaba en eso también, la muerte y el silencio.
ResponderEliminarY luego llegas tu con tu Nietzsche ese -que me cae en la punta del hígado- y digo, ¡Tomala barbón! Con su frase.
Mñeh!
Buenas madrugadas. Uno nunca sabe... Beso.
ResponderEliminarSalud.
Por cierto, tu frase de -Te regalo una rosa- me recordó una melodía que estoy escuchando... Te llegara una rosa cada día, chida, ¿No?
ResponderEliminarBuenas te de dios.
Me suena... ¿Por qué no escuchas a Yupanqui?
ResponderEliminarNo se, quizá porque escucho a Enrique y son las dos de la mañana.
ResponderEliminar"En más de alguna ocasión,
ResponderEliminarquisiera hacerme perdiz,
para ver de ser feliz,
en algún pago lejano.
Pero a la verdad, paisano,
¡me gusta el aire de aquí¡".
Chida la letra, ¿eh?
ResponderEliminarAtahualpa Yupanqui, lo recuerdo de negro vestido sentado en una silla con su guitarra y su voz milonguera... Diría el mejor milonguero de la historia. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Si tu lo dices...
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