Ayer, un amigo en la cena que de cuando en vez tenemos unas y otros (antes dona me disculpaba, ahora no. Y voy a cenar) me habló de la vida y de la responsabilidad. También del paro y el fúrtbol. Fue una velada expléndida. Y como no entendía me lo explicó como una moraleja sin enseñanza...
Un maestro albañil a punto de jubilarse, le comunicó al jefe sus planes de dejar el trabajo y disfrutar de la vida sin despertador. Sabe que perderá su nómina, pero es la hora, y con lo que le quede de pensión se arreglará. El Jefe, en agradecimiento le pidió que construyera una última casa como favor personal. El albañil accedió, pero se veía de lejos que no estaba poniendo interés en la casa. Incluso los materiales parecía que los pagaba él: todo era de peor calidad y la supervisión deficiente. Una desafortunada manera de terminar su carrera profesional.
Cuando el albañil terminó su trabajo y al ir a con el jefe a supervisar la casa, antes de entrar en ella el jefe le dió las llaves. "Esta es tu casa", le dijo. ¡Lástima de casa!. Si el maestro albañil hubiera sabido que estaba construyendo su casa la hubiera hecho de manera diferente. (Nunca se sabe cuando un jefe te va a regalar una casa o una carta de despido). Si embargo, en cualquier circunstancia, hagamos nuestro trabajo con empeño y poniendo nuestra dedicación, voluntad y decisión en lograr lo mejor de nosotros. Actuemos en la vida con juicio y seriedad, como si estuviésemos construyendo nuestra propia casa. Cada paso un peldaño; cada hueco una ventana; cada viga un pilar y en ese plan hasta llegar al tejado y su chimenea. Construyamos la casa de nuestros sueños con responsabilidad. Inclusive si solo vamos a vivir un día más, ese día se merece vivirlo con dignidad. (Otro día hablaba el Conde Lucanor con Patronio: "estoy de moralejas sin enseñanzas...". Perdón, pero lo de ayer fue la gota que colmó el vaso).
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