Cuentan que, siendo joven, José Saramago, se sentaba en los últimos asientos del cine y veía por detrás, sucia y destartalada, la lámpara que todos admiraban desde abajo. Decía que esta circunstacia había definido su curiosidad intelectual, porque a partir de entonces decidió que a las cosas “había que darles la vuelta” para desafiar sus apariencias.
Desde el silencio la vida se ve de otra manera. Desde la ventana alejada. Desde una atenta mirada de soslayo. Es conveniente darle la vuelta a las cosas para desafiar sus apariencias, lo dijo un dios. Quien aparenta tal vez sea el primero que quisiera ser natural, pero sino la vecina el espejo, o su conciencia incapacitada. Alguien no se acepta como es. Alguien no se respeta. ¿Existirá una persona en el mundo que no sea hermosa para otra? ¿Existirá alguna persona en el mundo que no tenga algo bueno por dentro? Como los libros malos.
Hay mucha gente hermosa por dentro pero con las prisas de este mundo nadie se detiene a averiguarlo.
ResponderEliminarDe aceptarse como uno es es tema de otra canción.
Y la cantaría Vicente Fernández no me digas más...
ResponderEliminar¡Noooooo! Enrique obvio o ya de perdida Victor Manuel, ¿Ya que?
ResponderEliminarEs un sacrilegio nombrar a Víctor en el mismo renglón que Enrique. El domingo a misa.
ResponderEliminarJajajaja no me hagas reír que tengo los labios partidos. Un dia iré a misa nomas pa' actualizarme. Será una experiencia religiosa como dice otro de tus coterráneos, Enrique Iglesias.
ResponderEliminarÉse es más tuyo que mío.
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