Si aceptamos vivir en una sociedad democrática, hemos de reconocer el Estado de Bienestar como fundamental. Debemos ser miembros de una sociedad plenamente comprometida con el más débil. Debemos disponer nuestras capacidades para ese menester. El gran problema es la desigualdad y la exclusión social. El desamparo. Solo una sociedad fuerte y activa tiene alguna posibilidad de alcanzar la igualdad. Se trata de reconstruir el puente sobre el mar sin miedo a enfrentar el cambio que representa tener que decir no y aceptar las consecuencias. Ley de vida. El cambio es la vida misma, lo humano es el cambio. Quien no cambia muere, quien no ama también. El cambio es la esencia del humano ser. Y reconocer que lo malo no es caer, sino no levantarse una y mil veces.
Por una sociedad que no excluya a nadie, por una sociedad de hombres y mujeres libres cooperantes en un mundo de desigualdades. Por una sociedad de derechos y obligaciones y no de limosnas y milongas cada cuatro años. Por una sociedad más justa. Si las circunstancias nos cambian el guión no podemos sino corregirlo entre todos y todas. Abramos nuestros corazones a la vida. Se trata de vivir.
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