miércoles, 7 de mayo de 2014
Una enfermera
Si doy por finalizada la mañana, correspondería despedirla enfatizando las sombras más que las luces. La visita a la Otorrino mal, no entré, hice la prueba del sonido y al entrar para que interpretara las rayas una enfermera muy simpática me desmoralizó con sus salidas de pata de banco. Mis debilidades sucumbieron a las impertinentes maneras de una enfermera, valiera decir. Tal vez debiera convertirme a otra religión más tolerante y callarme, pero el exhibicionismo de una enfermera culpable de que me fuera. Un paciente, enfermo o no, no es un número a la fila de la pescadería. En un centro de salud todos y todas tratamos de ser normales, pero si quien debe dar ejemplo no lo es... Perdón, educados, quise decir.
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Te hubieras quejado con su jefe o mínimo le hubieras dicho sus cuatro verdades, es lo menos que se merece. La gente no es -no somos- números y ellos deben tenerlo en cuenta porque de nosotros comen.
ResponderEliminarCuidate
Me cuidaré, gracias. Y tú. Beso.
ResponderEliminarSalud.
¿Yo que?
ResponderEliminarQue te cuiedes, mujer, tranquila... Hoy no fue ayer. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Ah
ResponderEliminarSi, ya vi, hoy amaneciste muy amoroso, ¡Vientos! sea pues.
Buenas...
madrugadas. Beso.
ResponderEliminarSalud.