Litisexpensas.

Vivo a costa de la realidad que toca vivir y mucho me temo que la politiquería de los políticos se cruzará en mi camino más de la cuenta. Pido perdón. Me ofende, pero no lo puedo evitar. Los dos grandes partidos de la política en este país tienen asumido que uno de los dos ganará las próximas elecciones y los demás se rendirán a sus pies. De lo que estoy seguro es que uno ganará y todos perderemos. Según las encuestas, el resultado será tan ajustado que quién gane no le dará tiempo a morir de éxito, que es como ganar las elecciones con los votos de la oposición. Volveremos a padecer las infinitas torpezas de otras elecciones. A diferencia que ahora habrá más actores, algunos minoritarios, que tendrán la capacidad de decidir el partido que nos gobierne. Sabemos -y a esta legislatura me remito-, que los verdugos cortan las cabezas de un tajo y las tiran al despojo de la muerte. Mayorías absolutas no, gracias.

Los dos grandes partidos tendrán que mover ficha y los partidos minoritarios con capacidad de decidir dejarse querer. Pero no gratis, ojalá sean capaces de higienizar la política en este país con sus votos. El pueblo sabrá ser agradecido. La democracia necesita reforzarse desde los valores humanos y crecer en su dignidad, nunca desde los negocios y los porcientos. Hay políticos que amasan regalos y porcientos como botín: las prisiones están repletas de ejemplos. Ojalá me vuelva a equivocar y decidan convertirse en una clase dirigente honrada que trabaja en beneficio de todos y todas, empezando por los más necesitados. Naturalmente. Se les quiere.