No me pasó de soslayo el Día Mundial de la Salud Mental, pero es que ya no le encuentro sentido. Salud mental para ensalzar a los que estamos de aquella manera... ¿y para los que no están de aquella manera pero sí de otra y cada vez son menos qué? Yo no soy de muchas distinciones, ni de amores hasta la muerte ni de políticos y constructores para siempre. Pero o todos o nadie. Todas y todos somos iguales ante los ojos del Señor. Hoy, un domingo de ir a misa y decir la verdad, debemos luchar por la igualdad y propongo que la OMS almacene donde le quepa el Día Mundial de la Salud Mental y ordene celebrar el Día Mundial de la Enfermedad Mental en honor a los pocos sanos de la cabeza que quedan, si quedan. Verbigracia esquizofrenia, trastorno bipolar, tripolar, y un sin fin de enfermedades todas malas de la cabeza. Trastornos emocionales, conducta, locuras de amor, y otras maldades con tratamiento ¿para qué? Esto ya es una pandemia, epidemia o lo que sea pero mundial. ¿Estamos o no? Probes mentales. Por decir, antes de la crisis éramos apenas; no sé si me explico: antes de antes de la crisis no había estadísticas porque no nos dejaban salir de casa y nos ponían grilletes, y después de antes, cuando ya éramos apenas... ay, no sé si me explico o se me entiende: no digo que no estuviera justificado dedicar un día a la salud mental, aunque solo fuera por el daño que nos hicieron, pero ya no. Los tiempos cambian a peor y ahora hay más; más enfermos de la cabeza que sanos mentales. Lo demás es marear la perdiz. Es la hora del equilibrio mental pasando por el social con adaptación digna al empleo, la sanidad, la educación, las pensiones. Bienestar social. Estado de Bienestar. Y los copagos que pasan de castaño oscuro.
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