lunes, 19 de octubre de 2015

Carmen.

Resuelve problemas como hormiguita sin sueño y está siempre dispuesta para Patricia y Kristel, que son la esencia de su vida. En las lides del amor, puede construir un imposible con discreción, ternura y cautela, sin más rapidez que la de una lágrima corriendo por sus mejillas. Se deja robar un beso como una quinceañera despistada y puede ser tan tierna como esa gota de rocío que parece navegar en el pétalo de una flor. Es femenina frente al mar y mujer de armas tomar a la hora de enfrentarse al trabajo diario. Rondando los años altos, no me necesita sino es para complementar su vida y compartirla desde el respeto y el amor. ¡Ay, me vuelve loco!. En su formación fue determinante la vida, comprensiva e inteligente, jamás abandonó el lado independiente de la prudencia y su inmensa capacidad para aprender. Autodidacta y dueña de sí. Me conoció siendo muy joven y tiene a bien concederme una parte importante de su saber en código de responsabilidad, de ser y estar, de dar la cara sin castrar sus ansias de mujer. Su liderazgo familiar le permitió dejarse llevar por las vicisitudes que le salían al paso con fundamento y coherencia. Doy fe que supo doblegar situaciones de difícil calado sin dejar de alentar a los demás. En especial a mí. 

Le escribo a Carmen, mi esposa, una mujer bella por dentro y por fuera, tan verdadera como el pan, tan independiente como un pez, tan soñada como una noche de reyes, tan deseada por mí como el sol lo es del alba. En fin, ahora que no es noticia mi discapacidad, que ha salido a la luz la imposibilidad que tengo de vivir sin ella; ahora que sé hasta dónde llega la deformación de mi vida si no está, he de confesar que hace demasiado tiempo que no le regalo una orquídea.

Carmen.

En sus ojos descansa la belleza,
la pasión de enamorada,
el amor de madre;
pero con un dulce misterio.

Pero hay más.
Ella es más.

Ella es el orden, la sabiduría encuadernada en piel insuperable.
Ella es la voz, el rumor armonioso que da vida.
Ella es el amor, y yo solo necesito de su poesía para vivir.
El aire, y todo lo demás, 
no importa cuando la siento cerca...

Sin más datos es todo para mí, mi universo, en resumen, lo que ven mis ojos.

La mujer que amo.

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