viernes, 2 de octubre de 2015

Realidad distorsionada.

Kristel me dice convencida que un señor como yo tan de aquella manera qué menos que cambiar de coche y comprar uno a mi altura. ¿A mi altura? Ni a mi altura ni a la de mis necesidades. Esta hija mía está peor que la otra. Fijo: entre las dos no hacen una. La esperanza de tener algo completo la deposito en Ian. Además, para cambiar de coche solo por uno alemán, y la marca Alemania está devaluada por el fraude de la Volkswagen. La ingeniería alemana y yo ya no somos lo que éramos. No somos nada. Nada es verdad, todo es mentira, como el bolero.

De joven quería un Mini Cooper y el carné de conducir y una novia guapa y largarme de casa y ya ni recuerdo qué más, siquiera el orden. Pero sé que tenía trabajo o estudiaba, o las dos cosas. Antes uno podía elegir: ¿estudias o trabajas? ¡Chica, las dos cosas!. ¡Soy un diamante en bruto!. Ahora los diamantes son de plástico, y, desde la acera de enfrente quizá pero si te acercas... Nada es lo que parece. Ni nadie. Yo, sin ir más lejos, no soy lo que parezco ni soy indubitable en esta realidad distorsionada, cambiante frente al dolor, la enfermedad y otras desgracias; incluso frente al amor que veo cada día alejarse más. Kristel quiere que me vaya de mi vida actual y ocupe otra con otras apariencias. Una vida igual a los demás. Yo soy diferente (con papeles) a los demás y para ser igual ya llegará el día que nos encontraremos todos y todas ahí. Estoy de acuerdo con mi vida a pesar de vivir cerca del umbral físico de ahí; psicológicamente llegué hace años. (Nota: Consultar a la Dama que vela mis sueños si un día llegaré física y psicológicamente a encontarme).

1 comentario:

  1. Esa fina ironía es lo que hace que fisica y psicológicamente estés lejos, muy lejos de ... ahí. Besicos.

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