A Du Terrier, gentilhombre de Aix-En-Provence, en la muerte de su hija.
Tu dolor, Du Terrier, ¿habrá de ser eterno,
y las tristes ideas
que le dicta a tu mente el afecto de un padre
no tendrán nunca fin?
La ruina de tu hija, que a la tumba ha bajado
por la muerte común,
¿habrá de ser un dédalo que tu razón perdida
de tu pie no desande?
Yo sé de los encantos que ilustraban su infancia;
no creas que pretendo,
infausto Du Terrier, mitigar tu congoja
abajando su brillo.
Más era de este mundo, que a la rara belleza
no destina bondades;
y, rosa, ella ha vivido lo que viven las rosas,
el tiempo de un albor.
Y aún dando por supuesto, conforme a tus plegarias,
que hubiera conseguido
con cabellos de plata acabar su carrera,
¿algo habría cambiado?
Aún ingresando anciana en la mansión celeste,
¿le cabía mejora?
¿No habría padecido el polvo funeral
y el verme de la tumba?
François de Malherbe, poeta, falleció el 16 de octubre de 1628.
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