Los escépticos en filosofía de toda la vida han sido más que los escépticos en política. A pesar de saber que la política es una actividad que incita odios, guerras, hambrunas y etcétera, despierta mayor entusiasmo, más credibilidad que la filosofía. Un viernes de fiar amanece de soslayo sincero: este manifiesto tiene aspecto de ser una irrefutable verdad.
La filosofía está compuesta de ideas, razonamientos, creencias, y, especialmente, investigaciones metódicas que van directamente a la duda. La filosofía también es camino de sabiduría, esfuerzo intensivo hacia la verdad. Ante sucesos inesperados decimos: "No me puedo creer lo que ven mis ojos". Lo que miramos podría ser un espejismo, por tanto, no podemos confiar en el testimonio de los sentidos, según reza la vieja expresión de los escépticos. El asunto es que los grandes pensadores someten las proposiciones más sencillas a rigurosos exámenes de los cuales vuelve a renacer el escepticismo. Son parecidas las dudas cartesianas, la ironía socrática o la indecisión epistemológica de los lingüistas. Los filósofos dubitativos, cautelosos, atraen pocos seguidores. ¿Quién escucharía o iría tras de un tipo que no sabe a qué atenerse, que es la duda permanente? De saber ni saben si lo que saben es cierto. Sin embargo, la política suscita militancia cerrada y adhesión incondicional. La política también es tildada como la profesión de la mentira, el oficio del engaño. La vidorra por cuenta ajena. La política tiene dueños, y éstos van de estupendos seguros de lo que pregonan porque lo visten de lujo, acomodan en la boca palabras de un porvenir maravilloso, hablan enfáticamente de proyectos como si ya fueran hechos, expresan sus convicciones con tanta fuerza que el público escucha lo que dicen y aceptan sus predicamentos sin ningún razonamiento en contra. Confianza solo por el tono decidido y autoritario que emplean.
Ni filósofos desconfiados, ni políticos defraudadores: Sociología. Anthony Giddens, sociólogo inglés, con su teoría de la estructuración y su mirada holística de las sociedades modernas, considera una tercera vía que llega al humano ser por el camino del tacto y el olfato. Distinguimos el olor de una cloaca del perfume de azahar; por el tacto reconocemos la diferencia entre una gramínea y un cactus; un vistazo e identificamos el cuervo y la cotorra. La palpación del mundo es la cura suprema de la ceguera epistemológica.
En lógica, conclusión es una proposición al final de un argumento, luego de las premisas. Claro. Una dama de buen ver se orienta en la noche oscura con mirada de soslayo y sonrisa de expresión triunfal, ay. Conclusión: me voy yendo que llego tarde al mercao. Con el perdón.
Toda una reflexión...para el fin de semana....
ResponderEliminarNo te olvides las aspirinas. Muchas gracias.
ResponderEliminarSalud.