Mi psiquiatra habla de ciertos episodios de mi vida pasada. Cree que sabe de mí más que yo. Es pura fantasía. Si yo no sé ella tampoco. Además, las cosas de cada cual a nadie interesa. Ciertos episodios de mi vida pasada pueden ser tan penosos que recordar sería volver a empezar. Los psiquiatras descomponen más que componen.
A menudo hablo de mi pasado que no recuerdo, y no es cierto. Recuerdo un día como si fuera ayer. Un día de invierno crudo paseando por un bulevar de muchas traperías y algún bar de copas. Recuerdo que entré en un bar a tomar café y al final de la barra había un imposible. La mujer más hermosa lloraba para consolar el desasosiego que le producía un olor. Me acerqué para decirle que por un olor no se llora. Un olor se goza. Los olores se recuerdan toda la vida. Pero la hermosa mujer seguía llorando sin consuelo por aquel olor. Después de mucho insistir, me contó que era el olor de una flor que la asfixiaba. Una flor asfixiadora... ¿Qué flor y qué dañinas propiedades? Con el café llegaron las pastas de té, unas copas y más llantos. Aquello llegó a ser un verdadero tango tristón. Pero vale un tango tristón si la mujer es la más hermosa. Llegó la hora de cerrar el bar y salimos juntos. Y juntos fuimos caminando. Era tarde, no puedo precisar la hora. Recuerdo que una brisa derretía el hielo de los aleros y orbayaba más que llovía. Era un mal día para pasear. Caminamos mucho, anduvimos perdidos por la ciudad con el fin de calmar su llanto, por cierto, no llegué a conocer su nombre. De pronto dejó de orbayar. Curioso que la hermosa mujer de repente también dejó de llorar. Llegué a pensar que el olor ya no la perjudicaba o se había reconciliado con él y yo por consolarla de buena fe tendría premio de buen samaritano. El sacrificio por las demás a veces tiene recompensa inesperada (confieso que es este caso era esperado y deseado por los dos). De este singular detalle me di cuenta cuando al dejar de llorar nos metimos en un callejón sin salida entre el deseo y la gloria a decirnos las verdades a la cara y algo más. (De penoso tu recuerdo nada tiene, y no me importaría volver a empezar donde lo dejamos aquella noche de crudo invierno).
¿No has sentido alguna vez que lo que escribes no es interesante para nadie? (hablo de mi). ¿Qué es realmente interesante para alguien? npi (perdón). Hoy tampoco escribo lo que quiero porque no es interesante ni siquiera para mi. (sigo siendo ególatra). Quë difícil es vivir con una mente partida en dos.
ResponderEliminarQuieras o no escribes para quién te lee. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Me sentiré afortunada entonces porque te leo.
ResponderEliminarHablo de ti. Yo escribo para mí. Beso.
ResponderEliminarSalud.