Somos inocentes hasta que dejamos de serlo y entonces somos culpables. A veces los culpables son inocentes. Ejemplo: Rita Barberá dimitió de alcaldesa de Valencia a causa del "pitufeo" y ahora, después de ser condenada incluso por el PP, su partido político y muerta (paz a los restos) la Audiencia de Valencia archiva la causa por lo que es inocente. Así las cosas de la justicia tardía, así la condena sin causa y sin culpa por parte de la ciudadanía. ¿Podíamos ser peor como sociedad, o ya somos peor? El miércoles en el Congreso de los Diputados volvimos a ver de qué anda escasa nuestra democracia, eso es: políticos. No tenemos políticos, tenemos bocazas que mutan como el coronavirus. Créanme, sin miedo y sin consecuencias judiciales con condenas ejemplarizantes, nuestra clase dirigente es menos que sus insultos. Sin releer a Miguel Hernández: "es un rayo que no cesa". Si a la electricidad, la gasolina, la cesta de la compra, y no llegar a fin de mes, además, tenemos que soportar que los políticos nos ofendan e insulten nuestra inteligencia, fallamos como democracia y como país. Gracias.
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