Según dónde y con quién somos necesarios. Y según qué casos insustituibles. Si en realidad la santa poesía así lo dispone. Sea como fuere, y en dosis pequeñas, vanidad de vanidades aparte, para algo tendremos que servir. Aunque solo sea para amarnos mejor. ¿Qué? Se trata de saber elegir y no de amarnos mejor. Elegir bien puede llegar a ser un hábito si sabemos priorizar nuestras necesidades. ¿Tú lo sabes? ¿Hemos dejado de amarnos además de hablarnos? ¿Ahora vas de ofendida? Hay que joderse. Las malas compañías sepultan y las buenas catapultan. Conviene pensar dos veces y mil antes de tomar una decisión que implique a los demás. Uno se equivoca paga las consecuencias y a otra cosa. Amén. En cambio, si uno se equivoca y otros pagan las consecuencias ... Ay, no sé yo. El caso llama a reflexionar y consultar a gente que sepa más. Y a nuestro yo interior. Nuestro yo interior debe explicarnos por qué los buenos momentos ocurren con quienes amamos ... (Un profundo respiro para ahogar el peor de los momentos. Y una oración. Somos mejores de lo que tú y yo creemos). Gracias.
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