De viejo, uno se da cuenta que a poco que te descuides la vida pasa de soslayo sin ti. Hablo de mí, así que no quisiera alarmar a quien me conoce, pero creo que mi vida de inmoral puede estar llegando a su fin y que no me quedará otro remedio que volver a las buenas costumbres, pero antes, quiero saludar al futuro frente a la tumba de mi historia, justo al lado del panteón de los desmemoriados. Porque aquí todo está escrito, opinado y dicho repetidamente.
No se trata de inventar el agua tibia, ni tampoco de aprender a besar debajo del agua. Y mucho menos contratar al matón del pueblo para que amenace de muerte a quien se sienta culpable algún día. Pero presiento que me he vuelto pedante por escribir un blog: creo sinceramente que escribir un blog complementa mi ignorancia de manera singular.
Viene a cuento lo de arriba, porque en mi lección diaria etimológica quise escribir sobre la palabra pedante y no supe o no tuve valor... La palabra pedante proviene de la misma etimología griega de voces tan cultas como la pedagogía a domicilio. Referido al hombre o mujer que, por indeclinable vocación a las letras, se aplica al cultivo de ellas y encuentra su igual o equivalencia en el espíritu pedante. Esto está contrastado etimológicamente por la filología moderna. Ahora bien, sin presumir de lo que no soy, he creído advertir un rasgo notable del pedante: el rasgo que creo haber descubierto en el espíritu pedante, es que se entrega a pontificar acerca de todo lo que hace, y al mismo tiempo a despotricar de los que percibe que no dan la medida de lo que él mismo entiende como pensador profundo.
Con razón decía el insigne Azorín en "El escritor": "la sinceridad cuesta mucho".
En fin, hay cosas que son y otras que parecen. Y entre ellas definitivamente figura y descuella la de convencer a un escritor pedante que la pedantería no encarece el estilo literario ni engalana la personalidad moral de nadie.
No se trata de inventar el agua tibia, ni tampoco de aprender a besar debajo del agua. Y mucho menos contratar al matón del pueblo para que amenace de muerte a quien se sienta culpable algún día. Pero presiento que me he vuelto pedante por escribir un blog: creo sinceramente que escribir un blog complementa mi ignorancia de manera singular.
Viene a cuento lo de arriba, porque en mi lección diaria etimológica quise escribir sobre la palabra pedante y no supe o no tuve valor... La palabra pedante proviene de la misma etimología griega de voces tan cultas como la pedagogía a domicilio. Referido al hombre o mujer que, por indeclinable vocación a las letras, se aplica al cultivo de ellas y encuentra su igual o equivalencia en el espíritu pedante. Esto está contrastado etimológicamente por la filología moderna. Ahora bien, sin presumir de lo que no soy, he creído advertir un rasgo notable del pedante: el rasgo que creo haber descubierto en el espíritu pedante, es que se entrega a pontificar acerca de todo lo que hace, y al mismo tiempo a despotricar de los que percibe que no dan la medida de lo que él mismo entiende como pensador profundo.
Con razón decía el insigne Azorín en "El escritor": "la sinceridad cuesta mucho".
En fin, hay cosas que son y otras que parecen. Y entre ellas definitivamente figura y descuella la de convencer a un escritor pedante que la pedantería no encarece el estilo literario ni engalana la personalidad moral de nadie.
No te conozco en tu vida cotidiana, de esa manera sabría si te has vuelto pedante o no por escribir en un blog. Tampoco creo que seas inmoral pero bueno eso solo tu lo sabes, por lo demas no te vuelvas aburrido si regresas a las buenas costumbres je.
ResponderEliminarUn abrazo un poco inmoral
Das buenos consejos: te haré caso. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.