lunes, 7 de octubre de 2013

María y Luz

Esta mañana, María, se preparaba para salir de casa a dar un paseo cuando sonó el teléfono, era Luz, la llamaba por tercera vez, y ahora muy preocupada le dijo: ¡María tengo una emergencia!, le preguntó qué sucedía, y abatida le respondió: "Me queda solo medio litro de leche". Luz, ¿no te llegará hasta mañana martes para que puedas comprártela en el super? No, no puedo esperar a mañana, quiero cenar sopas de leche y no me llega. Por favor, Luz, sabes que soy alérgica a la leche y no tengo en casa. ¿Y qué importa que tú seas alérgica a la leche si yo no? ¿Me traerás una botella de la cantina? Pero Luz, si la cantina más cercana está a doce kilómetros de tu casa. No es culpa mía, está donde la pusieron. De acuerdo, Luz, te la llevaré.
  
Se subió al coche para ir a la cantina y pensó en el paseo que quería dar y por culpa de la leche de Luz no podía; lógicamente se sintió enfadada pero no podía decirle que no a Luz. Y arrancó el coche para viajar esos doce kilómetros y llevarle la leche. (Hasta aquí la primera parte).
 
Continuamente nos enfrentamos a situaciones como esta en las que nos sentimos obligados a decir sí, cuando realmente queremos decir no.
 
Continuamente experimentamos el miedo... por ejemplo cuando el jefe nos llama y pensamos en el despido. Cuando nuestro coche está mal aparcado y un policía. Cuando una novia y otro (u otra). Cuando una enfermedad. O simplemente cuando nos sentimos obligados a complacer un "capricho" y tiene que ser porque sí.
 
¿Por qué nos sentimos obligados a complacer a otros? ¿Acaso pensamos que si nos negamos nos tacharán de egoístas y nos preocupa lo que piensen los demás, o tememos no ser queridos o sentirnos culpables?
 
Debemos sentirnos culpables si intencionadamente hacemos mal, pero cuando alguien nos pide un favor y no podemos complacerle porque vamos a pasear, o no tenemos tiempo, dinero o simplemente ganas. No, que no hay razón para sentirnos culpables pues no hemos hecho nada malo.
 
Recuerda (María) que tú eres la persona más importante en tu vida y no debes sentirte culpable ni malquerida por poner tus necesidades en primer lugar.
 
(Y ahora sigo con la segunda parte): Ya en la cantina, pero antes de entrar, María, recordó que su tío vivía cerca de Luz y lo llamó por si él también tenía necesidad de leche u otra cosa que entonces bien se lo podía acercar. Y le contestó su tío: Muchas gracias, María, no necesito nada y no te preocupes por Luz, me llamó para decirme que no tenía leche y se la llevé. Ahí fue cuando María entró en cólera y llamó a Luz para decirle que su tío le llevó la leche, y que vaya morro... A lo que Luz le contestó: perdóname, María, solo quería verte.

1 comentario:

  1. Pues eso, yo nada más quiero verte -leerte- cada día y saber que estás ahí, eso no es mucho pedir además no es capricho porque eres mi amigo y los amigos amigos amigos nunca se van.

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