Leer un libro no es pasar el rato. O sí, cada cual lee cuando le apetece, que en realidad es cuando le conviene. Todo en la vida es interesado. Y el amor selectivo. Pues claro que leer un libro es pasar el rato, además de inyectar sabiduría en vena que algo siempre queda. El buen lector lee para perderse y encontrarse, porque solo cuando se entrega a la lectura deja de preguntarse quién es y a qué vino a este mundo. Leemos poco. El lector inteligente no lee para cumplir un objetivo vital, al contrario, su objetivo vital es leer un libro. Algunos lectores leen apasionadamente para aprender por razones estrictamente maliciosas. Por venganza, tal vez. Quieren saber la forma de pagar con la misma moneda y que les queda propina. Muchos quieren vengarse y saben que en un libro hay de todo un poco, pero hay que mimarlo, no maltratarlo. Están ciegos de odio y no se darán por vencidos, o, si pierden, morirán matando. Esos son los peores, nunca aprenderán que lo que no es amor es muerte. Tampoco mantenemos una amena conversación con las amigas. Vaya, tardaban en aparecer las amigas. Allá ellas, cuando se cansen de odiar y vomitar bilis quedarán libros buenos y sabios que les abrían explicado la forma de perdonarse y volver al amor. (Vencida, no morirás matando, al menos, mientras el ataúd siga bajando y la soga siga subiendo). Gracias.
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