"Nada ayuda más a relativizar los problemas que pasar unas horas en el servicio de urgencias de un hospital. Si no es por causas graves y dramáticas propias, la proximidad de los sufrimientos ajenos -sobre todo si afectan a ancianos y niños-, esa estancia se convierte en un recordatorio de que hay dolores que ponen en estado de alerta roja toda tu vida y la vida de los que te importan". (Tino Pertierra). "La vida que te espera", del señor Pertierra, esa vida, a mí, ya me llegó. Y sí, relativiza los problemas y te gustaría volver a la maldita/bendita rutina. Con los años llegan los achaques, no es menester ser ministra de Sanidad o la bruja de la bola de cristal. Las cosas son así, pero, y qué bueno que así sean: llegar a la edad de los achaques y poder contarlo no es poco. Hay realidades tan abrumadoras como extravagantes que se extienden a lo largo de la vida por terrenos sombríos, y lo peor, sin importar la edad. Son dolores que se cronifican, enfermedades que te estrujan sin dejar una pequeña rendija por la que poder ver la luz de la vida con una pizca de esperanza. Y hay personas que te aprietan el cuello con un trenzado de ansiedades que te impide respirar. (Joder, Tino, ni que fueras la vieja del visillo de José Mota). Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario