En ocasiones la vida te lleva por estrechos caminos y te empuja sin alternativa a recomenzar. Tal vez entre lo que decidiste hacer y lo que hiciste está el porqué. ¿Qué hiciste? Tu corazón arde y tu mente tiembla. ¿A qué tienes miedo? Pensaste que volver a empezar sería regresar al infierno, a la oscuridad, o a la mano amiga que te llevaría por la senda del buen gobierno: tuviste miedo a enfrentarte a lo que veían tus ojos, desvergüenza que burló la realidad, te acobardó el miedo. Algunos nacen para darlo todo, a veces perdiéndolo todo. Tu dedo eligió la derrota: pasa página. Las malas maneras, pisotear las leyes que siempre pueden esperar, y esperan, y esperan, que para eso las ideaste y aprobaste para los nuestros a cambio de favores. Buscaste apoyos sin freno ni justicia, te dejaste querer, esa política del striptease. Y a pesar de saber como sabemos que es adecuado sincerarse para mantenerse: ¿Con quién ibas a sincerarte si no dejaste títere con cabeza? Como el desamor que a los amantes desnuda dejándolos con sus peores credenciales. Al fin, el orgullo rindió su ahínco a la santa poesía. (En plan Nano, Joan Manuel Serrat, digamos que entre buenas gentes, de buen corazón y generosa vocación de servicio, "lo peor de cada casa/ son el alma de la alarma/ son la salsa de la farsa/ los chulapos del gazapo/ los macarras de la moral"). Gracias.
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