lunes, 27 de mayo de 2024

Coexistir o morir.

La unidad con los años se desgasta, pero hay otro tipo de unidad, la alianza de mente y corazón: la coexistencia. La unidad es la individualidad, la coexistencia, la fuerza. Quien llama a la coexistencia concebida en comunión de mente y corazón no se expone como se expone una orquesta en escena si desafina. Como un romance fantaseando con su amor propio, como un discurso sin carisma y resolución cobarde. No habrá coexistencia si antes no estamos de acuerdo con nosotros mismos. Nosotros mismos, sin disimulo, yacentes en los brazos dadivosos y promiscuos de una propuesta de amor capaz de llegar a una conclusión. Por supuesto hablo de amor y no de la política que tantas veces saco a pasear por pasear. Podía hablar de una mujer, al fin, todo es normal y era lo esperado. Una mujer no aprendió a vivir fuera de la nómina del Estado, entre otras razones, porque para quedarse, si uno no quiere, porque para combatir, si uno no quiere, porque para bailar un bolero como para lo demás, se necesitan dos. No tanto para hacer camino, para llegar a Roma, por ejemplo, solo si usted quiere llegar a Roma, llegará si se entrega y sobrevive a la intemperie. Lo verdaderamente triste (y sobre todo peligroso) es la confirmación desoladora de los hechos, las calumnias y las indiscreciones de quien no es capaz de sobrevivir unida a su orgullo. Gracias.

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