Cuando la vida te pasa factura te das cuenta de que siempre pagas de más lo que nunca llegaste a tener. Lo pagas en forma de arrepentimiento por lo que debías hacer y no hiciste. O por lo que no debías hacer e hiciste. La carta es amplia cuando se trata de penas máximas, las que te colocan solo en la portería y no sabes si quedarte quieto por si tiran al muñeco, o a la izquierda o a la derecha por si suena la flauta y la música se queda contigo. Es amplia porque hay mucha pena que cortar si el cuchillo de los días se hunde sin remisión en cuerpos que nunca deberían irse de tu lado. Pero se van y compruebas, entre la tristeza y la perplejidad, que habrá que convivir con la sensación de que faltó un último abrazo antes de decir adiós, uno de esos estrechamientos de pieles en los que se intenta decir lo que las palabras no pueden expresar. Siempre faltará una última conversación en la que mostrar la gratitud total, siempre echaremos de menos un beso final con el que sellar vínculos que forman alianzas llamadas a perdurar en la memoria mientras haya aliento en ella. Siempre faltará un último paseo -tal vez en silencio, para qué hablar cuando las miradas se bastan por sí solas- o una última caricia mientras hay tiempo para hacerla inolvidable e imprescindible. No somos perfectos, salvo que seas imbécil y creas que lo eres, así que toca convivir con todos esos pesares por omisión de momentos o invasión de olvidos, e intentar, si te atreves, a corregir desvíos así en el futuro y coger el lloro por los cuernos antes de que sea definitivo. Y no permitir que el último y largo adiós llegue entre sombras. A traición. (Tino Pertierra).
Y no hay manera, oye, no lo entiendo, no soy capaz de hacerte entrar en razón. Cuando vivir el presente es tan complicado, recrearse en los recuerdos y volar al pasado o simplemente inventarlo. Sin apenas haber vivido para juntos, a qué tanto odio y tanta frasecita hecha de Cohelo (esa mala gente no merece tu desprecio: olvídalos o habla conmigo) para separarnos. No hicimos otra cosa que perder el tiempo. Y ya no hay tiempo que perder. No somos lo que quisimos ser mientras soñábamos despiertos (tú casi fuiste lo nunca visto) a querernos un poco más, con más fuerza, con más lealtad, y sin riesgo a perder, a que nos vean juntos. Sin miedo. Sabemos lo que se pierde, aprendamos antes de que sea tarde lo que se gana. Podríamos en un descuido perdernos en Les Seniaes -"tal vez en silencio, para qué hablar cuando las miradas se bastan por sí solas"- y maquinar un plan para enterrar la traición para siempre. (No sé tú, pero a mí esto de no hacer nada me aburre). Gracias.
Ni lo digas, esto de no hacer nada es desperdiciar la vida con total consentimiento.. Casi como poner el hacha en manos del verdugo panzón. ¿Lo ves?.
ResponderEliminarBesos tú ten un buen día
Últimamente te presiento un estado de ánimo aceptable. Mejor que aceptable, muy bueno. Dicharachera me gustas más. Te quiero. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Es que todo va bien y cuando todo va bien, nada va mal. ¿O no?
Eliminar:D
Sí.
ResponderEliminar¿Ves? La vida es bonita y más porque sin conocerme me quieres y yo a ti
EliminarSí que te quiero. Beso.
ResponderEliminarSalud.