Llevo días sin dar la vuelta en bicicleta. La vuelta diaria. Hace frío y viento, viento del norte. Pero no dejo de adentrarme en Les Seniaes y caminar el atajo de Flor de María. Llevo días dejando pasar las horas sin ganas, sin dejar huella. Hay huellas de mujer en Les Seniaes: no es una rosa, ni huele a querer. Y aún están visibles las palabras de reconquista que enuncié.
"Dios dice que la gloria está en el cielo y que es de los mortales el consuelo al morir". Y al vivir. Tocas vida y te vas. Tocaste mi vida y no volviste. Dejaste un rastro de amor y otro de ambrosía. Te guardo en el recuerdo con cada gesto de deshonesta entrega. Te di papel y lápiz y volviste a escribir palabras de impávida principiante. ¿Quién te dijo, ¡anda ve!, tú vales mucho? Lo que no me quisiste dar te lo pude arrebatar clavándote una mirada de soslayo en el corazón: esperaba que reaccionaras antes de irte... Esperaba empatía y recibí nada, y terca insistes, porque a tus ojos pequé, que mi pecado lo redima la familia. Te hubiera pagado de mil amores lo que me hubieras pedido. ¿Cómo fue que se te ocurrió tan disparatada idea? Mi familia. Sabías que estaba para ti y mudaste tu corazón para no sentir dolor y así poder esquivar en cada latido las huellas que iba dejando. Habrá caminos que oculten mis huellas, pero no podrás ocultar tanto dolor. Da luz a tu vida y que la paz te llegue al alma. (Arrepentida te quiere Dios, que equivale a admitir las consecuencias de tus errores y llorarlos eternamente). Gracias.
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