domingo, 24 de marzo de 2024

Una fecha señalada y un olvido.

Me lo acaba de recordar. Ayer fue una fecha señalada para mi esposa y para mí y juro sobre la Biblia que me se olvidó. Otro serio problema a resolver que mi esposa resolvió: Hoy, domingo, en vez de ir a misa, iremos toda la familia a celebrarlo a la terraza con vistas al mar de un restaurante de mucha categoría en Valencia. Imagino que me costará un ojo de la cara. Todo sea por llevarse bien. Vivo la edad en la que a los más viejos los dejan desperdigados por las gasolineras y no vale echarse las manos a la cabeza con quejas y lamentos porque "a toro pasado todos somos Manolete". ¿En qué estaría pensando yo? Como si tuviera algo en que pensar. "Por los años compartidos, por nuestras hijas y por nuestros nietos, por Dios te lo pido, cariño, perdóname". Le dije cuando ella con la cara de los entierros me recordó la fecha señalada que fue ayer. Y yo amante del detalle hablé para mis adentros: "y las joyerías exclusivas de Valencia cierran los festivos". Uno no gana para disgustos, pero en realidad obras son amores y no buenas razones, pretextos baladíes, débiles justificaciones, malos versos y peores argumentos. ¡Ay de mí, la muerte nunca será vida y la verdad jamás será vencida por un olvido!. En fin, es la hora, Patricia nos recoge y llama a la puerta, veremos cómo acaba el día de hoy. (El amor todo lo puede, "pelillos a la mar". Fijo). Gracias.

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