No soy de mucho saber, confieso que soy un egresado que apenas aprendió lo suficiente. Podría decir que soy autodidacta, o que devoto de la perlesía apunto a todo el monte antes disparar y acierto. O que no tengo ni pajolera idea de lo que hablo. Como esa gente que no comprende las profundas capas del corazón de un ser amado. Uno ya no se puede fiar ni del amor. En este punto y seguido hago constar que yo hace años que no me fío del amor. Ocurre que soy lo más parecido a Shakira: "un trozo de pan de moja y come", sin sus caderas, eso sí. Pero llega un día, lo entiendas o no, que te das cuenta de que no anestesias los sentimientos de personas por motivos de porcientos, y se corre la voz. Un motivo de por cientos, de amor sin dueño, partidario de politiqueros, constructores, usureros, monseñores, etcétera, no debería dejar de provocar un hormigueo en el estómago de quien te amó. No, entonces llega la aclaración a la tontería: "tanto tienes tanto vales". Sí, pero no debería ser así, y sospecho que no lo es, de hecho, voz en grito, creo que alguien, arrepentida, se está subiendo por las paredes de casa al no hallar palabras de consuelo. El tiempo me dará o me quitará la razón. La razón tiene dueño, y existe una relación directamente proporcional al daño que provocaron ciertos horrores de los que prefiero no hablar. Aunque dejo constancia en de soslayo que la práctica de la humildad, al margen de la razón, lleva al perdón y con él al amor y la santa poesía. Gracias.
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