miércoles, 13 de marzo de 2024

Distopía.

Indiscutible o innegociable o porque sí, que viene a ser lo mismo: La amistad mira a través del espejo retrovisor. La amistad viene de lejos. No es llegar y besar los pies del santo. Si no fuera porque a cierta edad uno piensa más en la muerte que en la vida me metería a bruja con palo de escoba y bola de cristal. O a monja de clausura y hacer pastas de té en espera que una amiga ponga el café, un beso y unas risas. Sobran las palabras y faltan los rasgos de buen amor: una mirada decidora. Fuimos. ¿Pero y quién dice lo que somos o lo que podemos ser? Demasiado parecido a la realidad que vivimos. Vivimos, y no es poco. ¿Verdad o mentira? Increíble. Una mente pequeña, cerrada a otras muchas posibilidades no puede ver ni creer lo que, en realidad, es capaz de hacer. Está confusa, no comprende, y perdió el tren hoy y lo perderá mañana. Tiene miedo. Los grandes desafíos requieren una gran paciencia, las grandes visiones una gran resistencia, los grandes sueños un gran corazón. Encontrar consuelo en el sufrimiento ajeno es una actitud poco inteligente y malévola. Ese ritmo estresante, tantos asuntos inaplazables, la carga de malas noticias cada día y el clima de inseguridad provocan el desgarro de la salud mental. (Supéralo y abandona esa terrible vocación para el mal -"mal de muchos consuelo de tontos"- o hazte el haraquiri). Gracias.

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