viernes, 9 de noviembre de 2018

Entre cuatro paredes.

Una amiga me envía un "emilio" de urgencias porque, a pesar del tiempo y la distancia, se resiente de lo que considera un desprecio que habita en su corazón. Y como si yo fuera Eugenio que tenía palabras sabias para deshacer agravios -incluyo los desprecios-, me pregunta qué debe hacer para no acabar en el manicomio porque sí, confiesa que me lee y ella también se está yendo sin haberse ido. Según me explica, y no soy Eugenio ni es petulancia, lo suyo es cortedad de la peor con una pizca de rencor mal llevado y si no consigue perdonarse... Además, ella es de echar las manos a la cabeza y cerrar los ojos cuando el viento viene de levante y cataplum, que diría Ian. Poco me dice en su "emilio", y si me dice poco es que no quiere que yo sepa la verdad. Lo digo a veces, la verdad tiene muchos dueños y ninguno la mentira, eso nos debiera hacer pensar que ni todo es verdad ni mentira. Eugenio diría: "lo que tenga que ser será". Y yo añado: "... y que la suerte te acompañe.".

Una amiga de mucho atarantarse cuando las cosas vienen mal dadas si me pide consejo y no me dice la verdad como si va la médico y le cuenta que le duele la cabeza y en realidad es la rodilla lo que le duele... A un médico no se le miente, ni a un amigo. A pesar del tiempo y la distancia, haría bien en perdonarse, meter en un cajón el miedo que la detiene y coger el toro por los cuernos. Además, lo que yo le aconsejara de buena fe le entraría por un oído y te saldría por los calcaños. A no ser que me pida la luna -claro está-, que entonces le diría que ya se habría ido (al manicomio) para nunca más volver. Gracias.

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