jueves, 29 de noviembre de 2018

Lo mío no deja de sorprenderme.

De más joven creía que nos podía pasar de todo y de menos joven creo que nos pasa de todo y más. Y de viejo... los viejos sabemos lo que no está escrito, pero nos dejamos embaucar por pensamientos perniciosos. De joven no iba al médico y de viejo, tampoco, pero es la médica la que viene a casa a visitarme y, como a mí, le encanta el café negro y las pastas de té. Es una médica encantadora, lo contrario a mi ordenador que me ordena que escribe que no merece la pena luchar contra lo improbable porque es imposible. Mi ordenador que me ordena es pájaro de mal agüero, no considera la esperanza como la posibilidad de lograr metas imposibles: le falta fe. ¡Vaya!. Me viene a la cabeza... ¡qué cabeza la mía!; vale una explicación: 

Vengo de la farmacia por las pastillitas de colores y a la vuelta, al pasar por el ayuntamiento cambio de acera mis caderas y como siempre, cara a las banderas, me digo: "qué no daría por ser alcalde o alcaldesa del pueblo de Patricia". Pero ya no y tiro pa´casa convencido de que, realmente, lo que quiero ser es secretario general de juventudes socialistas. Eso. Gracias.

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