martes, 13 de noviembre de 2018

Mátame de pena, pero quiéreme.

Quizá la nostalgia de otros tiempos o por atender menesteres interesados sabiendo que lo eran, no dejaré pasar de soslayo un martes y trece a quien prestó atención a cantos de sirena pues ahora considera que sus días de asueto no han acabado. Irse antes de que caiga el techo de la casa encima no es una decisión acertada... Me vienen a la memoria catástrofes que imagino son cambios climáticos que nos traen muerte y desolación. Nunca aprendemos porque es de inteligentes aprender. 

Por creer quien era y no era, como un tango tristón me declaro culpable. Hay gobernantes que son antologías literarias. Hay gobernante que aterrizan en paracaídas sin importarles la pista de aterrizaje... Un partido político funesto, culpable de todas las tristezas supera las peores predicciones. Nunca fue la crisis, es la gestión, la nefasta gestión de quien gobierna a tiempo completo. Como pueden imaginar, la vocación de la clase política en este país es insostenible para el erario, y no hablo de la credibilidad de los partidos políticos. Derrotado por la soberbia entrego mi penúltima esperanza... "Y vi claramente lo que te quería cuando ya no había remedio para mi. Llévame por calles de hiel y amargura, ponme ligaduras y hasta escúpeme, échame en los ojos un puñado de arena, mátame de pena, pero quiéreme". (Rafael de León y Manuel Quiroga). Gracias.

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