Ahora que te has ido...
me doy cuenta que he sido una marioneta en tus manos de tramoyista con engaños. Reconozco que dirigiste mis pasos al son de tus caprichos; fue una trama compleja a la vez que aterradora. Pero has de saber que permaneceré en tus noches desveladas: iracunda mi figura alterada por la ira. No me olvidarás tan fácilmente... Te di cobijo, ti di amor, y sin embargo...
Me niego a ser uno más de tus olvidos, un desliz, un menosprecio, un gusano al que puedas destripar. Yo no soy polvo que vuelve al polvo, ni una esquela sin fecha en los obituarios, soy más fuerte que tus caprichos: seré la voz en grito de tus días. Y tú serás quien ensombrece los caminos por los que transitas, las turbulencias del desierto. Tú serás tu propia destrucción.
Si en realidad los milagros existen que tu dios te salve. El amor da vida porque el amor es un motivo de vida, ni lamento que no lo sepas. Sin mí, la muerte podrá contigo: desaparezco de todas tus ambiciones desmedidas... (¡bah!). Y amén. Gracias.
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