En este país todo pende de un hilo, y no hablo de llegar a fin de mes, que también, ni de por qué te fuiste amor sin un adiós ni la fianza que llegará de no estar todo a pleno derecho, hablo de los límites entre la verdad y la ficción. Nadie sabe dónde empieza una y acaba otra, lo que me lleva al desenlace final que la confusión se ha apoderado de este país. Y yo no podía ser menos: la verdad de la que debiera ocuparme está en paradero desconocido y escribir el día es imprudencia temeraria. Si la vida en vez de valorarla en función de las tristeza la valorara en función de las sonrisas y algún beso, ay, qué triste de morir es todo (todo es todo), y a peor, ante cierta actitud mi reputación se pone en juicio. A quienes se reflejan en el espejo de otros sin un propósito obvio, porque la gestión de la institución tiene que ver con quién la dirige, pero también con el uso que cada cual hace de ella... ¿Comprenden? Llegará el día de las elecciones y no tendré decidido a quiénes botar. Gracias.
Muy bueno ...
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