jueves, 22 de noviembre de 2018

Lo esencial de la vida.

Podía aquí, en de soslayo, invocar a María, la Magdalena, por un poema de amor que me salvara. O a Ángel González que sabemos que es poeta. O a Flor de María con la excusa de nuestra vieja amistad. Podía aquí y ahora pedir amparo a tirios y troyanos, flautistas y pedigüeños, suicidas del bien o malabaristas del mal. A las amigas idas. O hacerle caso a la dama que no me deja ir y tomar las pastillitas de colores y reírme de la cara de idiota que me queda... Pero como otras veces, hoy, me apetece apostar a lo seguro y decirme, como siempre decía mi sabio y viejo amigo Eugenio: La familia, y los niños primero.

En un país que amanece con la burla, donde la mentira es la verdad sin ningún género de dudas, donde gobierna el fraude de los porcientos, donde el cielo es una tétrica cantina de malos quereres. En un país, y entre tanta y tanta miseria, nació un día llamado jueves y lo dedico a la familia que debo proteger (ándense con cuidado). Así fue que hoy soñé con Patricia y el Arte en decadencia. Con Kristel y su exitosa trapería. Con Ian, Enol, Diego. Y entre todos y sobre todos: Carmen. Ojalá y a nadie falte una Carmen bella en su vida. También soñé con el delirium tremens y otras patologías, pero soñé intensamente feliz porque aún en sueños, y a pesar de una vigilia, no olvide lo esencial de la vida: La familia, y los niños primero. Gracias.

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