jueves, 8 de noviembre de 2018

La desconfianza y un amigo.

No sé ustedes, pero a mí me cuesta tomar decisiones acerca de la amistad. Creo que acabé con la capacidad de amar a la colindancia cercana. La amistad, si llega, pasa de largo porque no hago nada para que se quede. Quizás un futuro incierto o un pasado dudoso pero la dejo pasar. Dicen que una decisión tomada a tiempo puede convertirse en un paso hacia delante además de una lección de vida. En los años altos una decisión acerca de la amistad me trae de cabeza... Y ya me explico: 

En el pueblo de Patricia un amigo que fue se deja soñar pero no querer, y para mayor aflicción, indiferente me da la espalda si me acerco para interesarme por su salud... La salud, solo tenemos en común la mala salud. Desde mi impagable soledad creo que su falta de sinceridad y sobre todo esa manera suya de dejarse manipular fue y es la razón de que siga fracasando nuestra amistad. Ante las adversidades conocemos nuestro yo más sincero: amigos tuve y siempre apostaré por la amistad. Disculpen la nostalgia que hoy traigo a de soslayo... pero llueve y llueve y hoy tampoco lucirá el sol: elevaré mi voz en favor de una amistad. U otra. (Un día una palabra desde muy adentro de su cuerpo ciega de amor se dejará oír y diré sí). Gracias.

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