miércoles, 14 de noviembre de 2018

Yo no soy esa ni otra.

No soy de politiquerías, ni tengo vocación de monseñor, ni soy muñeco vocinglero de nadie ni siquiera ventrílocuo, vivo feliz y más estos días que los medios de comunicación andan en estériles dimes y diretes acerca de intercambiar cromos para el Alto Tribunal por los dueños de los partidos políticos. A mí me falta tiempo para atender mi precaria salud mental evitando el contagio de mensajes que nada me aportan. El caso es que se ignora que las ciencias políticas enseñan que una campaña electoral puede y debe ser como una orquesta que afinada y acompasada, bajo la misma dirección, toque la misma canción.

Propaganda aparte, en su gran mayoría, los mensajes políticos de unos y otras solo tienen en común el lema o eslogan final que, en muchos casos, no está precedido de convincentes argumentos y propuestas que lo hagan creíble. Porque la política de hoy en día es creíble desde todos los puntos de vista pero, y sobre todo, por retener en la memoria la misma canción. La política de a distintos problemas diversas soluciones aún no se la espera. Por una misma canción con diferente inspiración y variopintos arreglos, pues no hay público sino públicos, con muchas banderas y un solo interés: llegar a fin de mes. Gracias.

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