Al fin lunes. Como cada lunes infundo esperanzas a todos los días de la semana: a cada día una esperanza nueva que, por lo general, entrego al día siguiente, y aunque llegue al domingo triste de morir, una esperanza, la creadora, la que es capaz de autoabastecer el ánimo, ésa, nunca la entrego porque sería tanto como entregar la imaginación, el deseo, la curiosidad, la santa poesía que para mí es la vida. De cuando en vez lo digo: ¿Si el pueblo pierde la esperanza qué le queda? Quien se conforma con lo que tiene y no aspira a más. Quien cree que aceptando lo que la realidad le insufla problema resuelto, aún sabiendo como sabe que de resuelto nada de nada y que es posible ir a peor. Quien vive en el País de Alicia donde solo la fiesta importa; ése país que no reclama justicia y compra y vende voluntades a porcientos. Quien vive o sobrevive creyendo que faltar a la palabra dada es irrelevante. Quien cree que sufrir todos los días es mandamiento divino al creerse digno por el solo hecho de haber nacido... porque a este mundo hemos venido a sufrir ¿? Antítesis de la vida y amén. (Sin esperar al alba entrego la esperanza de hoy al amor renovado de siempre... Felicidades, Kristel, besitos a Diego. La familia). Gracias.
Ahora que lo dices ...
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