domingo, 14 de mayo de 2017

Desde el asombro.

Ayer vi al amigo, y si digo amigo digo amigo, ingresado hace días en el hospital por un tema delicado. A su esposa le pregunté todos los día por su salud y su estado de ánimo. Me alegré como cuando un amigo se alegra al ver al amigo después de un contratiempo serio de salud: tenía buena cara y quería saber más.

-¿Cómo estás?
-Bien.
-Dime más...
-¿Qué más quieres que te diga?

Se dio la vuelta y se fue sin decir adiós. Doy fe que al menos para mí nada ha cambiado. Y sin embargo...

Patricia: ¿Me quieres explicar? ¿Tú sabes algo que yo no sé? Siempre que nos vemos... Su trabajo de ahora lo tiene más ocupado. Creo que lo veo como siempre. Dime algo, Patricia. (Letanía de un verso a María, la Magdalena).

A veces escribo y lo que escribo lo publico aunque no le encuentre sentido. A pesar de que el sol sale todos los días por el Este. Temprano sale el sol todos los días ¿y entonces? Ha de ser mi ordenador que me ordena. Un ordenador son cables y luces y teclas y virus como los de ayer. Un ordenador no es un sentimiento. Lo digo y al final no lo hago, pero de este verano no pasa: cuando cobre "la extra", si la cobro (ojalá y Dios y María conserven la salud de nuestro bien amado presidente Mariano Rajoy y además le devuelvan la mayoría absoluta al PP), y tiro de una vez por todas a la basura este ordenador que me ordena y compro una computadora de última generación que me permita escribir el día que me gusta vivir sin palabras de duelo sin consuelo. Y si no encuentro sentido a lo que escribo que mil y una vez me explique antes de publicar. Como un poeta explicaría esa mirada que duerme en tus ojos, querido amigo.

Desahuciada la utopía en un cruce de caminos, si elijes otro camino distinto para seguir sin mí, estoy seguro que un día nos volveremos a encontrar. Pero antes debes saber que si pasas sobre mi cadáver la culpa será tuya, recuerda, como tuya es tu imponderable idiosincrasia. Gracias.

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