domingo, 25 de octubre de 2015

Paz a los muertos.

No sé si de alguna manera hay algo cómico en la vida que nos toca vivir. Lo digo porque las cosas están demasiado mal y ya no es noticia de primera página risa sino el llanto. O si los cómicos somos todos y damos pena. Aristóteles sentenció que el hombre es el único animal que ríe. Y yo digo que sí, pudiera ser cierto, pero más hacemos reír cuando caemos en la prepotencia y la estupidez. Nos dieron a elegir y nos quedamos con lo peor que podíamos ser: triste de morir; ni de lejos nos acercamos al sentimiento colindante. Viene el cuento al caso porque ayer noche, luego del alivio por la difunta, se proclamó en el pueblo de Patricia a la Fallera Mayor. La cena bien. La megafonía mal y los petardos peor, y los comentarios absurdo lo más. Si hasta ayer oía un poco, no quiero oír nada más. Nadie llegó a suscitar en mí el sentido del ridículo como ayer. Lo risible es consecuencia de la realidad en contraoposición de un sentir lógico. Reír es sano, muy sano, también llorar es sano. Pero de caer en gracia a dar pena hay un paso. ¡Cuidado!. 

No es lo mismo las risas que las risistas. La risa la provoca la inteligencia o la intención, cualquier cosa alegre puede suscitar alegría y en consecuencia una risa, sin embargo, algo quiero dejar claro, la risa, como poco es cosa de dos. Si uno ríe y el otro llora el chiste de risa no tiene nada. No volveré al casal aún sabiendo como sé que la culpa de otra fue y no del casal. José Luis Coll (de Tip y Coll, solo Coll) publicó un diccionario de su propia inspiración. Remo: "Porque si no, no llego a la orilla". (Te perdono los besos que no me has dado).

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