sábado, 24 de octubre de 2015

Historia de una chaqueta.

Escribo para conocerme mejor, siempre lo digo, pero a veces me delata la sinceridad. Me preocupa no aprovechar los años que me quedan por vivir. O una mala influencia impida a mis seres queridos odiar y no amar. Son sentimientos y tal vez en un revolcón... El maligno no descansa. 

Soñadora y agradecida de la vida, Kristel, me llama para agradecerme mi regalo de cumpleaños. Una chaqueta la tenía enamorada. "Muchas gracias, papi, el mejor regalo. Tú sí que sabes". Descuido imperdonable si apareciera la usura en mi vida a estas alturas: "lo que necesites, mi niña. Gracias por ser como eres... Y por saber elegir por mí una chaqueta tan maravillosa". En campaña electoral, resulta que los más pudientes somos pensionistas... Rondando los 9 millones y sin ganas de morirnos, por más que Christine Lagarde quiera, nos dejamos querer... Querer por quien realmente nos quiere. Y Kristel me envía una fotografía con su maravillosa chaqueta. Para maravillosa ella... ¡Uy, y la chaqueta!. 

-Cariño, si aún quedan días para tu cumpleaños... 
-Ya, pero es tan... y me queda tan... y... ¿Y si llega el día y se agotaron porque las vendieron o las robaron o yo qué sé?
-Tan tú, tú, mi vida: tan y tan. Y yo más enamorado que nunca de ti. Naturalmente que no podemos correr ese riesgo...

No me dejaré asombrar por nada que no advierta de antemano un sentimiento feliz. No cuestionaré el uso del dinero si lo acompaña una sonrisa de la niña de mis ojos. Te quiero, Kristel. Hoy comienza la historia de una chaqueta.

¡Feliz cumpleaños!.

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